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Una luz en la oscuridad Cap.0

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Acto 0: Los comienzos


Las protecciones mágicas no eran gran cosa. A pesar de que la puerta estaba bien disimulada para el ojo de una persona normal, la esencia arcana que provenía desde el interior, aunque sutil, no pasaba desapercibida para ella. Los sellos que usaban los Vizjerei compartían un patrón similar, por lo que podía romperlos sin mucho esfuerzo, aunque en esta ocasión le tomó un poco más de tiempo.
Bajó por las escaleras iluminándose con su orbe. La luz que desprendía el Globo de Santuario hizo notar el abandono en que se tenían estos Antiguos Almacenes. El polvo cubría todo el lugar, formando una gruesa costra en según qué sitios. Varios objetos mágicos destellaron ante la luz, pero ella no estaba interesada en ellos. En vez de curiosear en las múltiples maravillas arcanas que se encontraban ahí, pasó de largo y se acercó a unos estantes en donde se encontraban gruesos tomos escritos en lenguaje antiguo. Pasó la mano sobre ellos y sacó uno, que comenzó a hojear. Leía rápidamente, comprendiendo solamente lo esencial, sin dar mucho énfasis en la grandilocuencia ni las largas explicaciones con que estaban adornados los conjuros.

—Creí haberte dicho que dejaras de escabullirte por los lugares prohibidos —profirió una voz detrás de ella.
—Si realmente estuviera prohibido, no podría entrar —respondió tranquila.
—No cambias tu actitud insolente, niña. Ya has tenido bastantes problemas por ello.
—No ser como ustedes quieren que sea no es una insolencia.
—El desobedecer una orden clara es muestra de ello, además de indisciplina.
—¿Por qué? Hice lo que quería ese viejo gordo. Siempre me decía que tenía que leer más, y en eso estoy.
—No pareces comprender algo tan simple que hasta un niño entendería: Esas magias son peligrosas. Ese es el motivo porque su uso está vetado.
—El que ustedes no puedan manejarlas no es motivo para prohibirlas.
—Tu soberbia es tan grande como tu insensatez.
—Además, si realmente hubiesen querido que nadie sepa de eso, hubiesen quemado estos tomos.
—¡Blasfemia! Esos textos contienen sortilegios de altísimo nivel. Sería un sacrilegio perder este conocimiento tan valioso.
—Eso es ser inconsecuente. Quieren que el conocimiento no se pierda, pero prohiben el acceso a él.
—Ya he tenido suficiente de tí.

Con un rápido movimiento de mano, el mago Vizjerei usó un golpe de telequinesis para arrebatar el grueso libro de las manos de la joven. Ésta respondió lanzándole rayos de electricidad desde sus dedos, formando un arco hacia el mago. Éste detuvo la descarga con su propia mano.

—¿Además tienes el atrevimiento de atacar a un superior?
—Y tú tienes el descaro de quejarte cuando fuiste tú quien comenzó atacando.
—Entrégate y recibe el castigo que ameritas sin causar más problemas.
—Ustedes son los que generan todos los problemas.

El mago iba a preparar un conjuro, pero antes de eso la joven le lanzó dos proyectiles mágicos que fueron absorvidos por el escudo de energía del Vizjerei. Aunque no causaron daño, sí que consiguieron interrumpir la canalización, lo que le dio tiempo a la muchacha para lanzarle un orbe arcano. La detonación traspasó el escudo, rasgando en varias partes la túnica del Vizjerei.

—Ese es su problema. Buscan tanto la seguridad que se autolimitan demasiado.
—Te haré entender que la seguridad no es lo mismo que el limitarse.

El mago elevó sus manos y convocó una ventisca. Rápidamente, la joven se teletransportó detrás del Vizjerei.

—Y yo que no es la mejor idea meterse conmigo, Valthek.

La arcanista invocó numerosos Filos Espectrales que cortaron toda el área enfrente de ella, pero el Vizjerei ya no estaba allí. La joven volvió su mirada hacia las escaleras. Ahí se encontraba el mago, con varios cortes en los brazos.

—Debería irse a descansar, Valthek. Ya está muy viejo para esto.
—No confundas la vejez con la experiencia.

Y diciendo eso levantó un muro de llamas en la ubicación de la arcanista, quien dio un salto para atrás, evitando sufrir quemaduras. Sin embargo, aún antes de que la muchacha volviera a pisar tierra, desde la muralla de fuego surgió un orbe de hielo que se dirigía hacia ella soltando múltiples saetas heladas a su paso, al tiempo que desde detrás de ella se aproximaba una bola de fuego. La explosión resultante produjo una gran nube de vapor de agua.
El mago esperó calmado a que se disipara, pero de la nube surgió un rayo gélido hacia su dirección. El Vizjerei puso sus manos al frente, deteniendo el rayo que comenzó a congelar el piso cincundante. «¿Cómo...?» pensó Valthek, sorprendido. El continuo flujo de escarcha condensó la nube, que cayó como nieve. En ese momento se dejó ver una figura cristalina, casi como de diamante, que era la que emitía el rayo. Alcanzó a contemplarla apenas unos instantes cuando varias bolas de fuego impactaron en su espalda.

—Pero, ¿Qué...?

Una hidra había sido invocada detrás de él; una criatura de llamas con múltiples cabezas que escupía sin cesar bolas de fuego hacia el mago. Atrapado entre ambos ataques, Valthek se vio obligado a teletransportarse a otra ubicación. Ese pequeño momento en que tuvo que recibir el rayo de escarcha fue suficiente para entumecerlo, impidiéndole moverse con normalidad.
Antes siquiera de poder recuperarse se vio rodeado por varios ciclones energéticos. Uno de ellos le golpeó con fuerza, deshaciendo su escudo de energía. Otro de los tornados alcanzó a golpearlo una vez más antes de que pudiera teletransportarse a otra posición.
Con la manga desgarrada y el brazo quemado por el torrente de energía le lanzó a la arcanista un relámpago, electrocutándola. La joven se mantuvo en pie a pesar del dolor, aunque se vio imposibilitada de moverse durante un rato debido a la electricidad residual. En eso notó que una fina capa de hielo comenzaba a formarse en sus pies, restringiéndole totalmente el movimiento.

—No te preocupes. No morirás. Pero necesitas un escarmiento por tu terquedad y falta de raciocinio.

Valthek lanzó una enorme cantidad de saetas cargadas que se movían aleatoriamente. Sin embargo, su número era tal que sin duda muchas de ellas impactarían a la joven arcanista.
Ésta cerró los ojos y una especie de burbuja se formó alrededor de ella. En cuanto las saetas entraban en ella su velocidad disminuía al punto de poderse distinguir perfectamente el flujo eléctrico.

—Creo que aún es pronto para hablar de escarmiento... —susurró la joven mientras abría los ojos.

Repentinamente levantó las manos para acto seguido bajarlas con ímpetu y una onda expansiva fue liberada, destrozando el hielo de sus pies y deshaciendo las saetas cargadas cercanas. Rápidamente, llevó los brazos al frente y lanzó un impulso de energía pura de color rojo. Valthek, estupefacto por la respuesta de la arcanista, no atinó a teletransportarse y en vez de eso activó su Escudo de Energía. El rayo golpeó con fuerza, consumiendo con rapidez el maná del mago, al tiempo que desintegraba parte de sus ropas.

—Esto no es bueno —pensó el Vizjerei—. Ha llegado demasiado lejos.

Lanzó un golpe de telequinesis que derribó a la arcanista, aturdiéndola brevemente. Esto le dio al Valthek el tiempo suficiente para canalizar un poderoso sortilegio. Mientras, la joven trataba de ponerse de pie, intentando enfocarse. En eso sintió un fuerte dolor y una gran debilidad en todo el cuerpo. Cayó de rodillas, abrazándose los brazos, mientras se inclinaba y su cabeza tocaba el piso.

—No quería hacer esto —dijo el mago con voz fuerte—. Pero tú me obligaste.
—¿Qué... me hicis... te...?
—He limitado tu capacidad de manejar la energía arcana.

Los ojos de la joven arcanista se abrieron al escuchar eso. No podía concebir que su poder fuera limitado de esa manera. Con esfuerzo se puso de pie y trató de canalizar uno de sus conjuros, pero no podía encauzar de manera correcta el poder arcano.

—Como tú no eres capaz de velar por tu seguridad y la de los demás, he tenido que forzarte a hacerlo.

La arcanista levantó la cabeza y lo miró con odio. No tenía derecho a hacerle esto. A limitarla de esta forma. No era su culpa que ellos fueran unos inútiles que no pudieran manejar sus propios poderes. No tenían porqué reducirla a esto. Enfurecida, hizo lo posible para canalizar algo de poder arcano, y en cuanto consiguió suficiente lanzó tres proyectiles mágicos. Este acto tan pequeño la dejó agotada. No obstante, ninguno de los proyectiles acertó al mago.

—¿Ves? —dijo burlón Valthek—. Ya ni siquiera puedes usar tu poder correctamente.
—No... te estaba... apuntando a tí.
—¿Qué?

Los proyectiles impactaron contra las vigas de la estructura, debilitadas luego de enfrentar tanto el frío como el calor y las corrientes arcanas desplegadas durante el enfrentamiento. Unas resquebrajaduras y luego un sonido ensordecedor se escucharon mientras todo el armazón se venía abajo. El Vizjerei intentó conjurar un escudo para protejerse, pero la arcanista le lanzó su orbe. El Globo de Santuario, al estrellarse contra el suelo, estalló en una gran explosión arcana que desorientó brevemente al mago. Lo suficiente para interrumpir su conjuro y conseguir que terminara quedando debajo de todos los escombros.

—Quédate ahí con tu conocimiento inútil —refunfuñó la arcanista.

Torpemente a causa del agotamiento, la joven subió las escaleras y se las arregló para salir del lugar. No estaba dispuesta a seguir aguantando las lecciones interminables y el aburrido parloteo sobre seguridad y precaución. Ya había aprendido suficiente de este sitio, por lo que decidió irse de Caldeum.
No había nadie en las calles a esa hora. No había tenido tiempo de recoger sus pertenencias. Había perdido su orbe. Había perdido sus poderes. Sólo le quedaba una mísera varita de aprendiz. Le molestaba esta sensación de sentirse menoscabada en sus habilidades, pero una cosa era segura. A pesar de haber sido limitada, su innata aptitud para manipular el poder arcano le permitiría ir debilitando el sello del Vizjerei. No importaba cuanto demorara. Al final volvería a tener sus poderes completos. Mientras, quizás pueda aprender un par de conjuros más, y aunque no pueda manipularlos actualmente, más adelante ya podría hacerlo.
Ya fuera de la ciudad, se detuvo. No había decidido hacia donde ir. Cerró los ojos y dejó que la fuerza arcana la guiara. Los abrió y siguió la ruta que sintió era la correcta, donde su destino la aguardaba, donde el poder y la gloria esperaban.
Durante el fin de semana de beta abierta de Diablo 3, que fue hace casi un año y medio ya, me encanté tanto con el juego que empecé a escribir un relato sobre el personaje con el cual iba a jugar mayormente. Cierto que Diablo 3 al final no fue todo lo que se esperaba, pero de igual modo continué escribiendo y aún lo hago (Sí, un paso tan lento como la creación del juego).
Aunque la historia también está posteada en el foro oficial del juego, consideré que sería bueno tener todo junto, por lo que a partir de ahora iré agregando capítulos periódicamente, intercalándolos con los de la historia de Fallout 3. Y, a diferencia de éste, aquí tendré que unir varios posts, pues la página sólo permitía un máximo de 5000 caracteres, por lo que el relato quedó dividido en muchas páginas.
Por otro lado, como la historia se basa en personajes creados, los nombres puede que no sean de origen de la saga de Diablo. De todos modos, de manera similar a mi anterior historia, ésta se basará en las aventuras de mi arcanista y de los amigos que encuentre en el camino, en pos de liberar al mundo de un mal que lentamente comienza a consumir el mundo.


Acto 0: Los comienzos


Acto 1: La Estrella Caída


Acto 2: Mentiras en el Desierto




Diablo 3 y el mundo de Santuario pertenecen a Blizzard Entertainment. Los personajes son de mi autoría.
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