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Phineas y Ferb y el Misterio del mar Cap 7

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jgeg123's avatar
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Después de la ceremonia submarina parecería que todo regreso a la normalidad, aunque la mirada en los pocos marinos que veían había cambiado, pero no era el motín tan anhelado por Ferb Land, todo lo contrario, los Nemonautas trataban aun con más respeto a su capitán, parecería como si la ley marcial se hubiera impuesto abordó.

 

-¿Phineas? ¿Estás bien?- desde hacía un rato que a Flynn ya no le molestaba que Isabella lo llamara por su nombre, incluso agradecía que llegara a su rescate de los pensamientos que atormentaban su espíritu.

 

-gracias Isabella-

 

-¿ha?- la respuesta de Flynn la había confundido ya que era ajena a la acalorada discusión que había en su cabeza.

 

-Disculpa, no es nada, ¿me decías?- contesto Flynn tratando de regresar de donde su mente vagaba.

 

-¿qué opinas del capitán Nemo?- dijo la pelinegra sorprendiéndolo -¿realmente será un capitán? Tu sabes, un capitán, como en los demás barcos- el nerviosismo poco habitual en Isabella debió de haberle dado una pista sobre lo que pensaba -¿crees que tenga todos los a tributos y obligaciones de un verdadero capitán?- los ojos de Phineas se perdieron por un momento al quedarse mirando como la chica jugaba nerviosamente con su cabello descubriendo ese lado dulce y tierno que quizás había ignorado durante tanto tiempo -¿Phineas?- el pobre Phineas usaba a Isabella para escapar de sus pensamientos, solo para terminar perdiéndose en otros.

 

-¿qué que opino del capitán? Pues, no es un capitán- dijo el pelirrojo -no solo es el comandante de esta nave, es, es algo más, los marinos lo tratan con demasiado respeto, incluso si fueran militares, es más al estilo de complicidad, o quizás todos tienen una meta en común, una a la que solo el capitán los puede guiar-

 

-eso no fue muy aclarador Phineas-

 

-lo siento, es solo que quizás he estado pensando de más las cosas, pero Nemo cumple con todas las ordenanzas de un capitán, marca el rumbo, supervisa a los marinos, ordena cuando soltar las redes de pesca, cuando recogerlas, y que cosa ira a la despensa y que cosa no, lleva la bitácora...-

 

-¿oficia ceremonias?- Isabella lo dijo sin querer pero en realidad no había a quien ocultárselo.

 

-¿Ceremonias?- pregunto Phineas que no lo entendió muy bien, pero era porque aún estaba fresco en su memoria el ritual de despedida del marino caído y su misterioso deceso -no dudes de ello, no cualquiera puede oficiar una ceremonia en una catedral submarina, y, al final de cuentas, ¿qué importa quien oficie una ceremonia sea de la religión que sea mientras dios sea testigo? así que no importa si fue hecha por un jefe de una tribu perdida del amazonas, mientras exista amor, ¿qué más da? si dios no quisiera que dos personas unan sus vidas, bien podría bajar del cielo y decirlo sin intermediarios- a Isa no le pareció tan mal que a Phineas se le comenzaran a pegar ciertas actitudes de Nemo.

 

-¿lo has visto?- pregunto Isabella.

 

-no, tiene días que no lo he visto- dijo extrañado Phineas mientras caminaba al globo terráqueo -¿cómo es que puede desaparecer dentro del Nautilus?-

 

-Mmmm, si es que permanece en el Nautilus- Isabella había dado en el clavo, algo que parecía imposible, pero nada sugería lo contrario ya que estaban todos confinados al mismo espacio cerrado, y algo que llamo mucho su atención, aunque repudiaba la tierra, se mantenía navegando siempre en aguas cercanas a los continentes, aunque podía irse justo a la mitad del mar, no lo hacía, aunque Phineas pensó que se debía a que las zonas poco profundas eran las que daban más maravillosos espectáculos, pero estos pensamientos no duraron mucho en su mente, le parecía imposible que Nemo saliera de su Nautilus para atender asuntos terrenales, y preguntarle no parecía una buena idea, aunque se presentara la oportunidad, y el destino sí que es extraño, en ese momento apareció Nemo por la puerta, solo camino hasta el globo terráqueo y puso su dedo sobre él.

 

-Continuaremos nuestro viaje a través del estrecho de Torres- dijo solemne y del mismo modo se retiró sin prestarles mucha atención, Ferb Land reviso la ruta de Nemo, eso lo ponía muy cerca de mares europeos, de nuevo sus planes de fuga comenzaban a fraguarse.

 

-No creo que sea buena idea Ferb Land- dijo Phineas -aunque si son mares navegados por mercantes europeos, el estrecho de torres es muy peligroso, casi nadie se anima a tratar de navegarlos, y aunque pudiéramos escapar, estas islas también son famosas por sus tribus antropófagas- Phineas no se equivocaba, la navegación en el estrecho es muy difícil, ya que está salpicada de Islas, rocas, Islotes, y rompientes, ante esta situación el capitán Nemo tomo todas las precauciones posibles, al entrar al estrecho, el Nautilus navegaba a flor de agua a muy poca marcha, las hélices golpeaban el agua con suavidad mientras que los tres aprovechaban la oportunidad de estar sobre el lomo del Nautilus, desde allí Phineas fijaba su atención en la cúpula del timonel, donde Nemo guiaba su nave en aquella trampa mortal para cualquier barco, bueno, exceptuando al Nautilus inmune a cualquier contratiempo, a eso de las tres de la tarde justo en el punto más alto de la marea, navegaban cerca de la Isla de Guedoroar a menos de dos millas cuando un impacto los derribo.

 

-¿qué está pasando Phineas?- Flynn se levantó y se asomó a un costado.

 

-¡golpeamos un escoyo!- dijo mientras veía la roca bajo la nariz del submarino, cuando se enderezo, a su lado estaban Nemo y su segundo discutiendo en su indescifrable idioma, Flynn analizo la situación, la marea había comenzado a descender y habían encallado en uno de los mares con mareas más mediocres haciendo muy difícil ponerlo de nuevo a flote, aunque el casco del Nautilus no había sufrido daños, si no lo podían deslizar ni flotar, había un muy alto riesgo de que Nemo perdiera su submarino, pero fiel a su carácter Nemo se aproximó a Phineas.

 

-¿Un accidente?- pregunto el pelirrojo.

 

-solo un incidente- contesto Nemo con demasiada calma.

 

-un incidente que lo podría obligar a ser un habitante de las tierras de las que huye- dijo Flynn esperando despertar una respuesta a la tranquilidad de Nemo que se limitó a reír mientras negaba con la cabeza, muy claramente le dijo que nada lo obligaría a pisar nuevamente tierra de cualquier continente.

-por otra parte señor Flynn, el Nautilus no está en peligro, nos llevara de nuevo al seno marino y a las maravillas que guarda, además, no deseo privarme tan pronto del placer de su compañía-

 

-pero capitán, este mar tiene mareas raquíticas, solo que lograra soltar lastre podría sacar de nuevo a flote al Nautilus-

 

-confié en mi señor Flynn, en cinco días estaremos de nuevo navegando, es una promesa-

 

-pero, ¿en cinco días? ¿Cómo?-

 

-La luna señor Flynn, la luna nos ayudara a salir de aquí en cinco días, hará que las aguas se eleven lo suficiente y saldremos sin ningún problema- y con una sonrisa de autosatisfacción Nemo se retiró al interior del Nautilus acompañado de su segundo, cuando la mirada de Ferb Land ya lo taladraba con sus interminables preguntas.

 

-Pues bien, dice el capitán que esperemos a la marea de dentro de cinco días y con la luna de nuestra parte, nos sacara a flote, si, así es Ferb, tan simple como eso, ¿qué cosa? No hay comandante con tres gramos de casos que haga eso, forzar las máquinas y soltar anclas en intentos desesperados por desencallar sería un esfuerzo fútil, además de peligroso, lo mejor que podría pasar seria encallar por completo en las rocas, y lo peor, el Nautilus se partiría en dos- Ferb Land se preparaba para contestar cuando Isabella lo interrumpió.

 

-no necesita hacer nada más, puesto que con la marea bastara- ya comenzaba a expresarse el marino dentro de ella, y la confianza que tenía en las palabras de Nemo, dichas por la boca de Phineas, y también de a poco había comenzado a entender un poco del "lenguaje poderoso" de Ferb Land.

 

-aún es muy pronto para que quieras vender al Nautilus por Kilo, y tu idea de fuga, ¿ves las costas de Inglaterra o de Francia? ¿Italia quizás? No, estamos en la Papuasia, un lugar poco grato para los extranjeros, a menos que quieras ser el plato principal en una cena a tu honor, quizás tendríamos que llegar a ese extremo en caso de que el Nautilus no se libere, y eso es el peor escenario posible, y es un riesgo que no tomaremos, por nuestro propio bien- dijo lo último mientras su mirada se clavaba en Isabella, mientras, Ferb Land seguía con sus quejas.

 

-quizás no sea tan mala idea- dijo Isabella -deberíamos de explorar un poco la costa, quizás encontremos los famosos bistecs de los que tanto habla Ferb, ¿y si le preguntamos al capitán si nos puede llevar a la costa? Solo para poder recordar lo que es estar en tierra firme-

 

-Mmmm, puedo preguntarle- contesto Flynn -aunque no me lo permitirá, de eso no hay duda alguna-

 

-sí, ¿porque habría de Negarme?- contesto Nemo para sorpresa de los tres -mañana temprano les prepararan la canoa con remos y los rifles para que pueda cazar algo, señor Ferb Land, ¿acaso soy su padre para exigirles hora de regreso? No debería de hacerme esas preguntas señor Land-

 

-¿Nos acompaña?- pregunto Isabella.

 

-Lo siento señorita García, pero no hay nada que me resulte remotamente interesante del lugar al que se dirigen, ni creo que alguno de mis camaradas se ofrezca de voluntario para acompañarlos en su excursión- y así fue, ni Nemo ni alguno de sus marinos los acompaño, a la mañana siguiente solo estaba la canoa, un par de remos, tres rifles con su dotación de "balas eléctricas" y tres mochilas para que cargaran con lo necesario, a las ocho se alejaron del Nautilus, Phineas llevaba los remos y Ferb Land el timón, a aunque ya a la mitad los tenia artos con su interminable palabrería, "carne, carne y más carne" parecía que no pudiera pensar en otra cosa, de vez en cuando se agregaba la palabra "pan" pero no tanto como "vino"

 

-¿acaso no piensas en otra cosa que no sea tu estomago?- pregunto angustiada Isabella.

 

-Bienvenida a mi mundo- dijo Phineas -ahora solo tenemos que averiguar si hay buena caza en la isla, y si no es tan grande como para cazar al cazador- pero Ferb Land nuevamente contesto mientras que parecía tener los dientes afilados como hachas.

 

-Ferb es inquietante, no sé si preocuparme por el o por el tigre al que quiere hincarle el diente- dijo Isabella.

 

-haaaa- se quejó Phineas -espero que por fin termines con esto, de tanto hablar de carne ya no sé si quiero comerla o que satisfagas tu apetito, en esos 25 minutos que dices, no me sentiría cómodo contigo hambriento en ese bosque al llegar la noche- y así era, Ferb Había prometido que atraparía algún ser para prepararlo de desayuno en menos de 25 minutos de haber tocado tierra, pero pasaron las horas y nada de la famosa carne al estilo Ferb Land, ya habían juntado cocos y otras plantas útiles para la despensa de abordo, pero la caza era otro cuento chino.

 

-debemos estar atentos- dijo Phineas -aunque parezca una isla desierta, podría haber ciertos individuos menos exigentes que nosotros para la naturaleza de la caza- aunque los gestos de Ferb los pusieron más alerta para no caer dentro de su menú, lo dejaron ir por delante y discretamente alistaban sus rifles, por si a Ferb le ganaba el ansia de comer carne, o si lograban encontrar algo para aplacar el frenesí carnívoro de su compañero, dos horas más y recorrieron el bosque buscando caza, el hambre de Ferb Land quizás se había calmado con los frutos del árbol del pan que fueron una delicia para los tres luego de haberlos asado en una fogata, paso del medio día y la carne prometida brillaba por su ausencia, y el sol comenzaba a caer.

 

-heee, chicos, creo que lo mejor sería que comenzáramos a regresar a la canoa- dijo Isabella al contar que se habían tardado seis horas en llegar a ese punto, y tardarían otras seis en regresar, la noche los podría atrapar en el bosque.

 

-lo siento Ferb, pero tiene razón, debemos regresar al Nautilus, como tienes mejor condición física, ve adelante, nosotros te seguimos- dijo Phineas fingiendo sonreír.

 

-¿si saben que solo bromeaba con eso de comérmelos?- finalmente dijo el peliverde.

 

-si, por supuesto Ferb, pero debemos regresar para que nos permitan venir mañana, regresemos... Este, tu primero hermano- y así regresaron con la canoa llena de provisiones que Ferb se encargaría de preparar en conservas para almacenar todo lo recolectado, Flynn e Isabella encontraron su cena de abordo más que satisfactoria, cada uno se retiró a dormir, pero procuraron asegurar bien sus puertas, por si las dudas.

 

A la mañana siguiente la canoa seguía en el lugar donde la habían dejado, las olas se encargaron de llevarlos a la costa, este día buscarían en otra sección del bosque, Phineas e Isabella siguieron a Ferb a través del bosque, encontraban varias curiosas aves, pero cada que trataban de atrapar a alguna, no los dejaba acercarse, eso le dio mala espina a Flynn, si las aves se asustaban con ellos, era muy probable que supieran que esperar de los bípedos como ellos, los arboles estaban llenos de diferentes y coloridas aves, aunque Ferb seguía sin encontrar su "gran trozo de carne" y unas cotorras no serían ni un tapa muelas para el arponero peliverde, al cruzar un pequeño monte, el vuelo de unas aves llamo poderosamente la atención de Phineas.

 

-¡Aves del Paraíso!- grito al reconocerlas.

 

-¿aves del paraíso? ¿Esas que tienen su propia sección? ¿"Paradiseiras"?- dijo Isabella asombrada de que la mítica belleza de las aves es bien justificada -¡Ferb Land! ¿cómo que "familia de las Perdices"?- era ya un hecho, Isabella estaba comenzando a entender el lenguaje poderoso de Ferb, durante un rato siguieron tratando de atrapar algo, pero del todo inútil, usaron su tiempo para discutir el "negocio" de la falsificación de aves del paraíso, ya a las once con el hambre como alfileres en sus estómagos les hacía renegar de su excesiva confianza en que lograrían cazar algo, ya habían gastado buena parte de sus municiones en tiros inútiles a aves que parecían escapar dando risotadas de la pésima puntería de los cazadores, cuando Isabella hizo un magnifico tiro doble asegurando el almuerzo con dos palomas blancas, desplumadas, azadas y devoradas hasta los huesos, la nuez moscada que comían las hizo suculentas, ¿o seria por tanto oír a Ferb hablar de las delicias de la carne?

 

-¿estas contento Ferb Land?- pregunto Phineas al verlo disfrutando los huesos de las palomas, aunque la respuesta de él fue inmediata.

 

-si mi traducción es correcta- dijo Isabella -fue algo como "de ninguna manera estaré feliz hasta poder sacar unos bistecs de buen tamaño a algún jabalí, o lo que sea que ande en cuatro patas"-

 

-cielos Isabella, has mejorado bastante- dijo Phineas sorprendido del progreso de Isa en el uso del lenguaje "poderoso" -aunque, deberás de tener cuidado, es un lenguaje en el que no puedes ocultar nada con quien lo hablas, por eso no muchos lo usan- mientras ellos hablaban Ferb Land ya se disponía a seguir avanzando sin intención de rendirse en su cacería, durante una hora caminaron en el bosque acompañando a Ferb en su insaciable búsqueda de chuletas, las nueces moscadas caídas en el suelo hacían que el bosque tuviera un agradable aroma a su paso, las aves al escucharlos salían volando sin darles la oportunidad de atrapar a alguna, Phineas ya se había resignado a no poder contemplar de cerca una de ellas.

 

-Phineas ¡Mira!- o eso era lo que el creía.

 

-¡Asombroso Isabella! ¡¡Eres asombrosa!!- grito al ver en las manos de la pelinegra una de esas aves -lograste atrapar una ¡viva! y ¡¡solo con tus manos!!-

 

-en realidad, no es para tanto- dijo Isabella.

 

-¿que no es para tanto? No seas tan modesta, ¡eso es algo que nunca había visto antes!-

 

-No, en serio Phineas, no es para tanto, mira, está más ebria que un adolescente-

 

-¿ebria?-

 

-sip, ebria, borracha, atolondrada por tantas nueces fermentadas que comía al pie de ese árbol- dijo la pelinegra señalando el lugar donde el ave comía -las consecuencias de beber como si fuera una competencia de velocidad- la mirada de ambos fue a caer sobre Ferb Land.

 

-no soy competitivo- dijo Ferb Land, aunque la mirada acusadora de sus acompañantes demostró la poca confianza que le tenían, la caminata continuó mientras platicaban sobre la belleza del ave atrapada por Isabella, el mercado de falsificaciones que hacen con las plumas de las mismas, y las crueles, destructivas e inhumanas maneras de cazarlas, pero, el deseo de mirar de cerca una de esas magnificas aves estaba satisfecho y con el mínimo daño para el ave, aunque no tanto el deseo de carne de Ferb Land.

 

A eso de las dos un ruido en los matorrales los alerto y por recomendación de Ferb Land se agacharon para que la maleza los cubriera.

 

-¿que fue eso?- pregunto susurrando Isabella, pero Ferb había comenzado a preparar su rifle, listo para cobrar lo que fuera que saliera de los matorrales, una sombra marrón salió a toda velocidad de entre las ramas y al poco caía pesadamente al suelo, los tres se apresuraron a investigar qué era lo que había abatido el peliverde -¿un Jabalí?- pregunto la pelinegra.

 

-más o menos- dijo Phineas mientras lo inspeccionaba -es un "bariutang" una especie de cerdo salvaje que habita en estas islas- a Ferb Land poco le importo si el cerdo tenia apellido o familia, el peliverde movía sus manos como si dirigiera a una orquesta mientras desollaba, desviceraba y descuartizaba al animal, algo desagradable de contar y aun mas de mirar, el único consuelo era que las armas de Nemo eran más que eficaces, un solo rozón de las capsulas de cristal era suficiente para que su víctima cayera en el acto fulminada como por un rayo, así que era quizás una forma de no hacer sufrir al animal, aunque usadas como lo eran por Ferb Land, demostraban sin dejar un solo gramo de duda las reservas de Nemo a que otras personas las conocieran, si no se hubiera detenido a vanagloriarse de su puntería, habría arrasado con una manada de canguros que hacia caer uno tras otro sin pestañear, tres, cinco, ¡siete! Gracias al cielo que la munición dentro del rifle se agotó, doce canguros, ¡doce! ¿Tanta era la ansiedad de Ferb por carne? O seria la euforia del cazador que al tener presa fácil no duda en acabar con una especie indefensa, afortunadamente eran de la especie "canguros-conejo" pequeños en realidad, pero para Ferb Land eran nada más y nada menos que carne fresca, no dudo en menospreciar a los tripulantes del Nautilus ya que ninguno comería nada que el mar no proveyera, aunque, Phineas e Isabella comprendían el punto de vista  de aquellos hombres que considerarían eso como una masacre, terminada su labor, Ferb Land se limpió sangre y sudor por igual de su frente prometiéndose regresar al día siguiente a atrapar todo lo que le quedara por atrapar en esa isla.

 

A las seis de la tarde habían regresado a la playa, la canoa en el mismo lugar, el Nautilus emergía a dos millas como un largo y negro escoyo, el peliverde se puso manos a la obra, las costillas del barituang asadas a las brasas despedían un delicioso aroma, allí se apeno Phineas, no hacía mucho reclamaba la carnicería y ahora está deseoso de comer los frutos de la misma, ahora envidiaba la fuerza de voluntad de los Nemonautas que podían soportar la tentación de la carne, eso era una fuerza de voluntad admirable, aunque quizás haya alguna historia detrás de eso, al final la voluntad de Phineas se rompió ante lo ofrecido por Ferb Land, dos palomos complementaron la cena y un efecto secundario habría pasado desapercibido si no hubiera sido tan evidente, se encontraban "alegres" cualquier cosa bastaba para hacerlos reír, Flynn trato de levantarse pero un extraño mareo lo hizo sentarse de nuevo, sentía un extraño calor recorriendo su cuerpo, sonreía y reía sin saber porque, se recostó para tranquilizarse mientras aun reía.

 

-Hoola Phineas, ¿que est as haciendo?- dijo Isabella al verlo recostado.

 

-siempre me ha gustado que digas eso- dijo Flynn mientras cubría sus ojos con el brazo.

 

-¿en serioo?-

 

-¡Claro que sí!- dijo enderezándose -y no es lo unico que me...- los ojos de Phineas se abrieron lo más que podía, "¿qué estaba haciendo?" por poco y su lengua lo traicionaba, aunque la suerte estaba con él, Isabella ya hablaba con Ferb Land o intentaba hacerlo en lenguaje "poderoso" logrando que Ferb lo mirara a ratos envidioso y a ratos maldiciéndolo por "su buena suerte"

 

-y ¿si no regresamos esta noche al Nautilus?- dijo Isabella mirando coqueta a Phineas.

 

-yo, yoo-

 

-eres than Lindo cuando te mones nervioso, y, ¿shi mejor no regresamos nunca?- dijo Isabella poniendo en alerta a Phineas, tomo una de las costillas y la olio con más cuidado.

 

-¡no puede  ser!- dijo molesto -¡Ferb! ¿Qué hiciste?- el peliverde comenzó a mostrarle todo el proceso de sus "costillas a la Land" y se detuvo en el recipiente donde marino la carne, Phineas lo revisó y lo puso en la nariz de Ferb, entre el agua había un puño de nueces -¡esto no es agua! Es sumo fermentado de nueces ¡es licor!- quizás fue un error, ¿de quién? No lo sé, pero esa era la manera tradicional de prepararlas, marinándolas con un poco en licor, es muy poco como para que los afectara, ¿cómo habían cometido el mismo error que el ave del paraíso atrapada hacia unas horas? -menos mal que fue muy poco, pero ni Isabella ni yo bebemos licor, ¡esto es demasiado para nosotros!- muy acostumbrado a su ruda forma de vivir, no considero que "un poco" para él puede ser "demasiado" para otros -haaaaaag Ferb! Nos hubieras preguntado! menos mal que no hay nafie mas, o habríamos terminado como esa ave del paraíso- dijo sacudiendo las costillas en su mano, pero una piedra que cayó a sus pies lo interrumpió, comenzaron a buscar de un lado a otro.

 

-una piedra no cae del cielo- dijo Isabella -solo que sea un aerolito- otra piedra que le arranco las costillas de la mano a Flynn comprobó lo dicho por la pelinegra, los tres se levantaron preparando sus armas -¿serán Monos?- pregunto.

 

-Casi- Dijo Phineas -son salvajes, ¡a la canoa!- grito mientras jalaba a Isabella del brazo.

 

-espera Phineas! Ferb aún no viene- el peliverde se había puesto a recoger todas las piezas de carne que aun colgaban de una rama.

-¿es en serio? ¿tanto odias la comida del Nautilus?- pregunto Phineas mientras Ferb cargaba como podía con las provisiones, señalando el ave del paraíso que tenía en sus manos Phineas, pero gracias al sumo con el que condimento sus costillas, su carrera parecía la de un pirata alcohólico siendo perseguido por una veintena de salvajes que pegaban de alaridos como bestias cargando contra ellos con arcos, flechas y hondas, quizás después de todo "solo un poco" si es demasiado, antes de lo pensado ya estaban en la canoa alejándose lo más rápido que podían, los salvajes los persiguieron hasta que el agua les llego al pecho, ante el escándalo Phineas esperaba que los marinos subieran a ver que ocurría, pero no, nadie salió a su encuentro, Phineas dejo a Isabella en su habitación y le pidió que cerrara bien la puerta, unos acordes lo hicieron dirigirse al estudio, allí estaba Nemo llevado por un trance musical mientras sus dedos tocaban solo las teclas negras dando un toque nostálgico a la melodía interpretada.

 

-¡Capitán!- dijo el pelirrojo sin lograr sacar a Nemo de su éxtasis musical -¡Capitán!- dijo tomándolo del brazo.

 

-ha, es usted señor Flynn, ¿qué tal les fue con la cacería? ¿qué tal su día?-

 

-de hecho fue muy interesante, entre otras cosas entendí porque sus secretos deben ser resguardados, si no fuera porque a Ferb le gusta mucho hablar, ¡habría acabado con todo lo vivo en la Isla!-

 

-es verdad señor Flynn, un arma siempre será peligrosa para todos en las manos equivocadas, y peor aún si no fue pensada como "un arma" originalmente-

 

-sí, no cabe lugar a du... Espere, capitán, encontramos vecinos no muy gratos-

 

-¿ha dicho vecinos? ¿y de qué tipo?-

 

-bípedos capitán-

 

-aclarare mi pregunta señor Flynn, ¿qué tipo de bípedos?-

 

-salvajes capitán-

 

-creo que el nerviosismo y las bebidas "espirituosas" nos tienen en un bucle eterno, nos ahorrare tiempo, ¿qué tienen en particular estos salvajes que los hace diferentes de los que podemos encontrar en cualquier continente?- Phineas tomo aire para contestar más dueño de sí mismo.

 

-que son los únicos que pueden significar un peligro para el Nautilus-

 

-¿un peligro?-

 

-sí, y si no desea tenerlos a bordo, creo que debería de tomar acciones al respecto-

 

-tranquilícese señor Flynn- dijo Nemo -¿cuantos conto?-

 

-serían unos veinte-

 

-¿solo veinte?- dijo el capitán mientras reanudaba su interpretación.

 

-bueno, quizás sean unos cien, no pude pedirles que se detuvieran un momento para poder contarlos- Nemo sonrió al oír el sarcasmo en Phineas.

 

-no se preocupe señor Flynn, así se juntaran todos los salvajes de la Papuasia, el Nautilus no tiene por qué temer- dijo ya sumido en su música, Phineas no tuvo opción mas que resignarse, salió del estudio y subió de nuevo a verificar la situación, ya estaba obscuro y podía ver en la playa varias fogatas encendidas, regreso a la biblioteca y se encontró con Ferb Land e Isabella.

 

-¿Isabella? ¿qué haces aquí?-

 

-en realidad necesitaba un poco de agua- contesto la morena mientras le mostraba un vaso con el vital líquido -no me siento muy bien, y, ¿qué dijo el capitán?-

 

-que no nos preocupemos-

 

-¿solo eso?-

 

-sí, así es, solo eso-

 

-tiene mucha confianza en la solidez del Nautilus- dijo la pelinegra -mejor me iré a la cama-

 

-sí, te acompaño a la cama- el rojo comenzó a brillar en las mejillas de Isabella al oír esa frase de labios de Flynn -es decir, te llevo a tu cama, perdón, es, es que yo, no es que dormiremos juntos, digo, nosotros, solo me iré a dormir contigo, no, no exactamente contigo yo, yo- los efectos del "licor almendrado" aún estaban presentes, la sonrisa de Ferb Land deformaba su rostro tratando de no reír a carcajadas al ver a aquellos dos rojísimos, y no era por el alcohol, sabiendo que era inútil, ambos decidieron salir por la puerta, mañana podrán fingir que no recuerdan lo ocurrido, y Ferb Land no se lo diría a nadie, pero al ver la expresión de Nemo parado en la puerta divertido por el gag cómico formado por esos dos, los hizo correr a sus camarotes.

 

-es una pena que solo nosotros dos pudiéramos ver eso- dijo dirigiéndose a Ferb Land.

 

-Podría escribir un libro- le dijo el peliverde.

 

-¿un libro? ¿a quién más que a nosotros los románticos empedernidos les interesaría una historia de un dulce amor que va despertando?-

 

-sería la historia de "un dulce amor que va floreciendo en el escenario de los misterios del mar"-

 

-suena bien maestro Ferb Land, pero ya conoce a los editores, solo les interesa la aventura superflua o el romance trágico, y ya he tenido suficientes tragedias en mi vida- dijo Nemo sin borrar esa sincera sonrisa al mirar rumbo a los camarotes.

 

 

A la mañana siguiente, para ser exactos a las seis de la mañana, Phineas estaba parado en la plataforma del Nautilus apoyado en uno de los rifles mirando a través de las brumas matinales con dirección a la isla esperando ver si los salvajes se habían retirado, pero allí estaban, incluso se veían muchos más que el día anterior, quinientos, o quizás seiscientos, el sonido de alguien subiendo la escalera le hizo voltear esperando saludar a Nemo, pero al ver salir a Isabella lo hizo tragar saliva, tratando de disimular, fue a ayudarla a salir como era su costumbre.

 

-Buenos días Isabella- la saludo aun algo nervioso.

 

-Buenos días Phineas, ¿que estás haciendo?- ambos se quedaron sin hablar parados uno frente al otro, hasta que finalmente Flynn pudo hablar.

 

-estaba mirándolos a ellos- dijo señalando a los "salvajes" muchos aprovechado la marea baja habían avanzado por encima de los corales, ahora podían verlos más claramente, eran sin duda indígenas de la Papuasia, cuerpos atléticos, hombros anchos y brazos gruesos, con frentes anchas y prominentes, nariz gruesa pero no chata, el cabello rizado teñido salvajemente de rojo se destacaba sobre la piel obscura pero brillante, la oreja con perforaciones y deformadas según su casta y rango, llenas de aros de hueso, y, completamente desnudos.

 

-parecen buena gente- dijo Isabella ante la estampa de aquellos guerreros papúes, Phineas tapo de inmediato los ojos de bella en lo que la hacía dar la espalda a los "anatómicamente bien proporcionados salvajes"

 

-te recuerdo que son antropófagos Isabella- dijo rápidamente Phineas.

 

-se puede ser antropófago y buena persona Phineas, es como ser goloso y honrado, una cosa no excluye a la otra-

 

-te concedo que sean buenos antropófagos y se coman honradamente a sus prisioneros, pero yo no quiero ser comido por ellos, así sea de buena manera y con honradez, y te debo señalar que ellos ignoraran todas tus cualidades y talentos, y que más que apreciar tu belleza, es costumbre para los salvajes que al ser mujer solo sirvas para dos cosas, tener hijos y para las temporadas en las que no tengan prisioneros para comer, no necesariamente en ese orden, la única ventaja que tendrías con esos salvajes es que los jefes pelearían por ti, si alguno de los jefes lograra apreciar tu belleza seria solo hasta que tenga suficiente hambre-

 

-había olvidado esa costumbre de los salvajes- dijo apenada Isabella al darse cuenta del discurso entre líneas del pelirrojo.

 

-en realidad no sé si sea tan "salvaje" esa costumbre, en las sociedades las personas de mayor status siempre toman para sí mismos lo mejor y más hermoso, adornan sus cuerpos con objetos que los de menor rango no pueden o deben usar, por ejemplo, las coronas de los reyes no son muy diferentes de los collares de colores de los jefes de estas tribus- dijo Phineas para que Isabella olvidara un poco la imagen de los "fornidos" papúes.

 

-¿en serio?- pregunto la pelinegra.

 

-sí, de hecho hay un jefe que está examinando al Nautilus en este momento- para su alegría los jefes que inspeccionaban el Nautilus no solo vestían con esos collares de cuentas de cristal, usaban hojas de plátano cortadas en puntas y pintadas con colores brillantes que cubrían gran parte de su anatomía, los demás, de menor jerarquía, se habían retirado a la playa, mientras duro la marea baja rondaron al Nautilus, repetían mucho la palabra "Asai" y por los ademanes entendía que pretendían fueran a tierra con ellos, claro está que Phineas rechazo la atenta invitación a cenar por parte de aquellos "reyes" de las islas, al no poder dejar el submarino, Ferb Land dedico su día a preparar y salar las carnes obtenidas el día anterior, al subir más la marea, se regresaron todos a tierra, pero ahora eran muchos más, fácilmente el doble que había en la mañana, seguramente llegaron de las islas cercanas, pero por ningún lado se veía alguna piragua de los indígenas, ya que Ferb estaba "haciendo magia en la cocina" desahogando su frustración por no poder bajar a tierra, ya que según la palabra de Nemo, ese sería su ultimo día del varamiento del Nautilus porque supuestamente mañana con la pleamar deberían de ser liberados de su cautiverio había que pensar en cómo ocupar el resto del día.

 

-¿qué tienes allí Isabella?- pregunto al notar que ella traía algo en las manos.

 

-¿esto? Son unas dragas que hice yo misma, unas redes pequeñas para arrastrar en el fondo del mar y sacar conchas y peces pequeños, es, es algo que me gusta hacer, como pasatiempo, es, me parece divertido- dijo Bela mientras le enseñaba las pequeñas redes.

 

-haaa, ¿necesitas ayuda con eso?-

 

-¿quieres ayudarme?- dijo sorprendida Izzy de que se interesara en su pasatiempo.

 

-sí, ¿puedo?-

 

-¡Claro!- Bela sonrió mientras le daba una y le mostraba como usarla, quizás Phineas solo no quería dejarla sola en la plataforma con esos salvajes rondando por allí, pero poder compartir algo que a ella le gustaba con él, termino por ser más grande, y así Phineas e Isabella dedicaron el resto del día en recoger conchas de las cercanías con las pequeñas redes llamadas dragas, Bela le mostraba los nombres de las que lograba sacar, "orejas de midas" "de harpas" "de melanias" ostras perlíferas, que aún no tenían perlas, y pequeños peces martillo que maravillaron a Izzy por su belleza, pero según le había explicado, la mayoría eran bonitas, pero no especiales, parecía una actividad más compleja de lo que pensó en un principio, en eso estaba pensando mientras sacaba la red, cuando la mano de Isabella se zambullo en ella y saco una concha gritando muy emocionada.

 

-¿qué pasa Isabella?- dijo confundido y algo preocupado Phineas -¿algo te mordió?-

 

-¡no! ¡Mira lo que encontramos!- decía mientras le mostraba el objeto de su triunfo.

 

-Mmmm, me dijiste que se llama, una Olivia porfira- dijo sin descubrir porque estaba emocionada la pelinegra.

 

-sí, así es, pero, mírala bien, en lugar de formar la espiral de derecha a izquierda, ¡esta la forma de izquierda a derecha!- dijo mostrándole la forma de la espiral.

 

-¡Genial!- dijo Phineas al confirmar lo que decía Bela, todas las que había visto hasta el momento eran diestras, y esta era la única zurda, en la naturaleza todo tiende a ir de derecha a izquierda, y el caso contrario es rarísimo.

 

-y no solo es rara, los coleccionistas las pagan ¡como si fueran de oro!-

 

-¿quieres venderla?- pregunto Phineas.

 

-no- dijo mientras la acomodaba entre sus dedos -creo que sería un lindo collar- Phineas se perdió por un momento contemplando los brillos de la concha en la mano de Izzy y la sonrisa de ella que era aún más radiante emocionada por su descubrimiento, que fue hecho pedazos en un instante por una piedra arrojada por uno de los indígenas, ver el rostro de ella al perder su tesoro, nublo la vista de Phineas, cargo con el rifle y disparo contra el nativo, aquel desdichado debería dar gracias a la pésima puntería del pelirrojo, solo le arranco el collar del cuello asustándolo un poco -¿Phineas?- se asustó la chica -¿qué has hecho?-

 

-lo siento, yo, no sé qué fue lo que me paso- dijo mirando el rifle en sus manos, algo lo había hecho sacar lo peor de si mismo, por poco le arrancaba la vida a un ser humano, y no por falta de deseo, su mala puntería lo salvo de ser un asesino, pero ver esa expresión en el rostro de Isabella, hacia hervirle la sangre, no tenía tiempo para pensar más, la situación había cambiado, unas veinte piraguas hechas de troncos ahuecados ya rodeaban al Nautilus, eran largas, estrechas, trabajadas para deslizarse con suavidad sobre el agua, se equilibraban con un doble balancín de bamboo, Phineas los miraba avanzando sin preocupación, las maniobraban hábiles remeros semidesnudos, no tenía dudas de que estos ya conocían a los europeos y sus naves, aunque esta era lo suficientemente inquietante para mantener una distancia prudente, una cosa sin chimeneas ni velas tendida en la bahía en la que las personas desaparecían y aparecían sobre su superficie como por arte de magia, aunque, la inmovilidad del mismo les estaba comenzando a dar confianza, y eso es muy malo, el rifle que usaba Flynn es un arma eficaz, pero sin el ruido de la pólvora no era muy efectiva para disuadir a aquellos salvajes envalentonados por el creciente número de sus filas, poco a poco fue llevando a Isabella a la compuerta del Nautilus, una lluvia de flechas cae sobre el Nautilus, lo más probable es que estuvieran envenenadas, los dos entraron rápidamente escapando apenas y a tiempo.

 

-¡Tenemos que avisar al capitán!- dijo Isabella, corrieron al estudio, no estaba, la biblioteca, el comedor, el cuarto de máquinas, no estaba, se dirigieron a su camarote y tocaron.

 

-adelante- se escuchó desde adentro, Phineas paso primero, allí encontró al capitán sumido en complejas ecuaciones.

 

-¿lo molestamos?- pregunto por cortesía.

 

-sí, pero supongo que debe ser importante, tanto como para interrumpir mis cálculos sobre geometría de campos electromagnéticos-

 

-¡muy serias! Los indígenas nos rodean en sus piraguas y en unos minutos podrían abordarnos cientos de ellos-

 

-¡ha¡ ¿entonces vienen en piraguas?-

 

-si capitán-

 

-entonces bastara con solo cerrar la compuerta- dijo tranquilamente mientras apretaba un botón en la pared regresando tranquilamente a sus cálculos.

 

-¡pero capitán!-

 

-no se preocupe señor Flynn, la canoa ya está en su lugar y la puerta cerrada, ¿no temerá que aquellos hombres puedan hacer lo que la  U.S.S Lindana no pudo?-

 

-pero a un queda un peligro- dijo Isabella

 

-¿cual?-

 

-que mañana que se habrá la compuerta para renovar el aire... podrían entrar-

 

-no teman, ni se preocupen, nada malo nos pasara, además, yo no quisiera que mi visita a estas islas cobrara la vida de alguno de esos desdichados- dijo sin salir de sus cálculos, los dos chicos se miraron uno al otro confundidos y algo aliviados por el temple del Capitán que no parecía ser sacudido por nada, salieron y se dirigieron a sus habitaciones, Phineas pensó que lo mejor sería dormir para evitar preocuparse, no pudo, el ruido de los golpes y pasos sobre el Nautilus duro toda la noche, al día siguiente, Ferb Land preparo para sus amigos un "pastel de canguro"  para distraerlos de los alaridos y saltos de los de arriba, pero ¿Cómo había reaccionado la tripulación?, les importaban tanto como a los soldados les importan las hormigas que caminan sobre las murallas de su fuerte, el aire comenzó a enrarecerse a media mañana, los depósitos de aire comenzaron a funcionar agregando unos metros cúbicos de aire fresco, pero no fueron suficiente, ahora entendían porque no usaban ese método regularmente, y aun nada de preparativos para partir, a las dos y media ya estaban ansiosos, solo faltaban diez minutos para que la marea alcanzara el máximo, y según Nemo, sería el momento en que se liberarían, pero aún estaba el temor de que eso no pasara, significaría permanecer varios meses atrapados, y las invitaciones a cenar de sus vecinos no aceptarían un no como respuesta por mucho tiempo, unos minutos después la nave comenzó a cimbrarse, el rechinido del casco contra las formaciones coralinas fue subiendo poco a  poco, Phineas miro el reloj, 2:35 pm, el capitán Nemo apareció en la biblioteca.

 

-¡Vamos a partir!- anuncio -abriremos la escotilla-

 

-¿y los Papúes?- pregunto Isabella.

 

-¿qué pasa con ellos?- dijo como si no le importara la presencia de aquella gritería sobre nuestras cabezas.

 

-¿no teme que se metan al Nautilus?-

 

-¿cómo podrían hacerlo?- hacía tiempo que no regresaba a sus cabezas la idea de que Nemo debía estar desquiciado.

 

-pues, ¿por la puerta que usted les va a abrir?-

 

-calma mis amigos, su condición de pasajeros los hace creer que cualquiera puede entrar a sus anchas a mi Nautilus, pero no es así, nadie entra o sale de el sin mi permiso, lo sepa o no- dándoles la espalda se dirigió a la escalera principal, todos lo siguieron, ya habían unos hombres comenzando a abrir la compuerta, Ferb Land ya preparaba su arpón para entrar en combate con los salvajes, la última cubierta de la compuerta se abrió, veinte rostros se asomaron, Ferb y Phineas se prepararon para saltar sobre el primero que se anime a bajar por la escalera, ya podían verlo, los dientes afilados, la mirada encendida, deseoso del festín de esta noche, su pie bajo veloz a apoyarse en el primer peldaño del escalón, un grito fantasmal salió de su garganta, les pareció que el final había llegado, aquel indígena cayó al suelo retorciéndose de dolor, sujetando su pierna mientras trataba de escapar arrastrándose como un animal herido, otro más intento entrar, con los mismos resultados, diez indígenas trataron valientemente de entrar al Nautilus, pero todos sufrieron el castigo que Nemo da a sus invasores, aparentemente con la fuerza de su mirada, porque nada explicaba que era lo que ocurría, Ferb Land, Fiel a su espíritu violento, se arrojó para combatir a los intrusos que quedaban vacilantes en la entrada del Nautilus, pero en cuanto se apoyó en el pasamanos, igualmente fue fulminado como por un rayo, una chispa eléctrica saltando entre los escalones dio luz al misterio, ¡estaba cargada de electricidad! suficiente para darle una buena sacudida a cualquiera, afortunadamente solo estaba herido el orgullo del peliverde, si Nemo lo hubiera deseado, ninguno de los que tocara la escalera lo hubiera contado, aunque solo eso basto para que los papúes emprendieran la retirada, Phineas e Isabella reían entre dientes mientras frotaban al pobre Ferb aturdido por la descarga eléctrica, las olas terminaron de levantar al Nautilus en el minuto señalado por Nemo, la hélice comenzó a batir las olas con majestuosa lentitud, poco a poco comenzó a ganar velocidad y así se alejó del estrecho de torres, y el secreto del muro eléctrico que se encargaba de cubrir al Nautilus, fue revelado, elevando al Nautilus al nivel de un arca sagrada que no puede ser mancillada por profanos.

Saludos amigos!

una disculpa por la tardanza pero he estado un poco ocupado, espero que les guste esta publicacion y me disculpen que no le puedo dar la regularidad que me quisiera, pero, ahora estare avanzando a un paso mas constante, y anunciare un proximo proyecto totalmente original en proximos dias, espero este dentro de su gusto.

mientras, muchas gracias por tomarse un poco de su tiempo para leer.

gracias

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draoptimusstar2's avatar
una viaje muy interesante, y todas las fortalezas tiene sus defensas contra este tipo de cosas